Mi primera vez fue bastante tardía. Fue a los 25 años de edad. Pues mi adolescencia fue complicada, fui una persona inadaptada y con problemas de personalidad, por lo que no me fue posible ni siquiera tener una novia durante mi adolescencia. Además, yo tenía un fuerte miedo a las mujeres, es decir, un fuerte miedo a la intimidad física con una mujer. De modo que cuando tuve mi primera novia, a los 25 años, en el primer beso yo comencé a temblar y a temblar de miedo que por poco me da un infarto. Nunca había yo temblado tanto, yo vibraba más que un vibrador, jjjjjjjjjj, y no podía ni siquiera mantener la boca cerrada porque mis dientes castañeaban. Y no es mentira. Les juro que fue así. Pero afortunadamente ella fue comprensiva y paciente conmigo, y con el paso de las semanas, me adapté al contacto físico femenino y llegué a poder abrazarla y tenerla pegada a mí sin temor alguno. Y entonces todo se volvió normal y apacible. Y para cuando decidí hacer el amor la primera vez ya yo estaba tan tranquilo y despejado como si nada, pues durante semanas me acostumbré a que ambos estuvieramos abrazados juntos, en ropa interior inclusive, sin haber tenido sexo todavía. Y entonces cuando llegó la primera vez, todo fue con naturalidad, ni más ni menos.
Pero afortunadamente durante años antes de ese momento, tuve la posibilidad de leer libros y guías sobre sexualidad, y recibí los consejos de hombres con experiencia. Aprendí mucho, en teoría, de modo que cuando llegó mi primera vez ya yo estaba bien claro de que con una mujer no se puede ir directo al coito sino se requiere de juegos y caricias preliminares. Así que en mi primera vez hice de todo con toda naturalidad, la estimulé por arriba y por abajo, y me fijaba en sus reacciones, en sus signos y gestos, y sin olvidar el cunilingue (sexo oral) y hasta me sorprendí de lo rádido que ella se calentaba (hasta ese momento yo pensaba que a una mujer hay que darle 3 horas de calentamiento como mínimo, y por eso me obsesioné con los preliminares) y ella ya estaba hecha un volcán en erupción. Pero fue bien. Nada que lamentar. Y las veces siguientes fueron mejores.