Durante siglos se ha estado diciendo que la homosexualidad es una enfermedad o una aberración. A pesar de que la Asociación Americana de Psiquiatría (APA, por sus siglas en inglés) hace décadas eliminó a la homsexualidad de la lista de enfermedades mentales, todavía existen muchas personas que viven obsecionadas en combatir a la homosexualidad. Además, homosexualidad no cumple con las características presentes en en los trastornos mentales que requieren atención clínica.
Las enfermedades mentales tienen una peculiaridad evidente: ellas discapacitan al individuo, impidiéndole tener una vida normal y en armonia con el entorno que le rodea. Estas causan alteraciones en los procesos del razonamiento, en la capacidad de reconocer la realidad, en las emociones, en el comportamiento, y las relaciones con los demás.
Por ejemplo, los trastornos de tipo psicótico provocan en el individuo pérdida de contacto con la realidad, pueden incluso presentar delirios o alucinaciones y pueden conllevar a cambios en su personalidad y un pensamiento desorganizado. Estos síntomas pueden ser acompañados por un comportamiento inusual o extraño, así como por dificultad para interactuar socialmente e incapacidad para llevar a cabo actividades de la vida diaria. También en el individuo enfermo de tales patologías hay síntomas tales como:
- Cambios bruscos y profundos de la conducta.
- Replegarse sobre sí mismo, sin hablar con nadie.
- Creer sin motivos que la gente le observa, habla de él o trama algo contra él.
- Hablar a solas, creyendo tener un interlocutor, oír voces, tener visiones (alucinaciones visuales, auditivas) sin que existan estímulos.
- Tener períodos de confusión mental o pérdida de la memoria.
- Experimentar sentimientos de culpabilidad, fracaso, depresión.
- Dificultad para expresar emociones y sentimientos o incluso falta de los mismos.
Los trastornos del tipo neurótico, si bien no enajenan tanto como los de tipo psicótico, se caracterizan por la presencia de un nivel elevado de angustia. El individuo enfermo mantiene un adecuado nivel de introspección y conexión con la realidad, pero presenta la necesidad de desarrollar conductas repetitivas y en muchos casos inadaptativas con objeto de disminuir el nivel de estrés. Se trata, muchas veces, de rasgos que acompaña a la persona durante toda su vida, su gravedad es muy variable, desde grados leves y controlables hasta situaciones gravemente incapacitantes que pueden llegar a precisar hospitalización.
Además, como se sabe, estas enfermedades son tratadas con medicamentos especiales conocidos como psicofármacos o psicotrópicos, de los cuales los hay de diversos tipos según su efecto, como pueden ser los antipsicóticos, antidepresivos, ansiolíticos, etc, etc.
La homosexualidad, en cambio, no presenta ninguna de estas características mencionadas anteriormente. La homosexualidad no altera la percepción de la realidad, no provoca delirios, paranoias ni alucinaciones. La homosexualidad no impide que una persona se relacione normalmente con su entorno social, familiar y laboral, no le impide al individuo usar el intelecto adecuadamente, ni hace “hablar solo”. Además, la homosexualidad tampoco es tratable con psicofármacos.