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Comienzo mi tema con este escrito:
La felicidad y la libertad comienzan con la clara comprensión de un principio: algunas cosas están bajo nuestro control y otras no. Solamente tras haber hecho frente a esta regla fundamental y haber aprendido a distinguir entre lo que podemos controlar y lo que no, serán posibles la tranquilidad interior y la eficacia exterior. Bajo control están las opiniones, las aspiraciones, los deseos y las cosas que nos repelen. Estas áreas constituyen con bastante exactitud nuestra preocupación, porque están directamente sujetas a nuestra influencia. Siempre tenemos la posibilidad de elegir los contenidos y el carácter de nuestra vida interior.
Epicteto enfatiza la importancia de la autodisciplina y la aceptación de lo que no podemos controlar, puesto, que muchos factores van más allá de nuestro control o no. En sus palabras, teniendo en cuenta que Epicteto era un esclavo, sostiene, como enseñanza, "que la verdadera libertad proviene de la capacidad de manejar reacciones y pensamientos", que, según él, no son eventos externos los que nos perturban, sino nuestras interpretaciones de ellos. "Serás auténticamente libre y eficaz, pues darás buen uso a tus esfuerzos en lugar de malgastarlos, criticando u oponiéndote a los demás" Epicteto señala con esto: Que no nos daña nada, que no provenga de nosotros mismo, y que a la vez, nos afecta la interpretación de las cosas, que malgastamos terriblemente el tiempo cuando queremos interpretar lo que hacen o dicen los demás. No obstante, por el simple hecho de que, nuestras propias acciones y actitudes, cultivamos la virtud como el bien supremo y único, sin llegar a cabo que puede que nuestra felicidad se pueda llegar afectada por el exterior. ¿Será la felicidad las riendas a la libertad, o tan solo una prisión al conformismo? Y aunque no lo creas, es una pregunta compleja, según el momento, la situación y el contexto en que esta pregunta se mueva.
Es por eso, que algunas veces deprimimos nuestra propia felicidad, para darle paso a la Esperanza, y sí, puede que la esperanza sea una herramienta fuerte para ser humano, pero algunas veces la esperanza se pierde por con tal de alcanzar la paz interior, o con el conformismo. Estamos claro que la felicidad se encuentra en vivir de acuerdo a la razón, naturalizar y en aprender a diferenciar entre lo que depende de nosotros y lo que no. Algunas veces ni tenemos el control de nuestra felicidad y esta se tiñe de un color opacado con tal de aspirar que un Dios nos resuelva todo y, bajo ninguna instancia, estar a merced de un Dios que nos indique lo que es bueno o mal, cuando este mismo nos ha dado el pilar fundamental en nuestra vida: el autodominio. Por eso, armonizar tus deseos con la vida tal como es y tratar de evitar solamente las cosas que te impedirán ejercer su voluntad correctamente, al final es muestra que tu felicidad tan solo es una prisión que tú mismo creaste. Tu felicidad no debe ser opacada ni por ti mismo, ni por factores exteriores, no existe Dios, ni gobierno, ni movimiento, ni siquiera tú mismo, que pueda opacar tu felicidad de esa manera. Porque a la vez que cualquier sistema o acción influya en tu felicidad, deja de tener sentido la pregunta ¿Quiénes somos?
Entonces es cuando te pregunto: ¿Puede ser tu felicidad, la libertad y a la vez tu prisión?
La felicidad y la libertad comienzan con la clara comprensión de un principio: algunas cosas están bajo nuestro control y otras no. Solamente tras haber hecho frente a esta regla fundamental y haber aprendido a distinguir entre lo que podemos controlar y lo que no, serán posibles la tranquilidad interior y la eficacia exterior. Bajo control están las opiniones, las aspiraciones, los deseos y las cosas que nos repelen. Estas áreas constituyen con bastante exactitud nuestra preocupación, porque están directamente sujetas a nuestra influencia. Siempre tenemos la posibilidad de elegir los contenidos y el carácter de nuestra vida interior.
Epicteto enfatiza la importancia de la autodisciplina y la aceptación de lo que no podemos controlar, puesto, que muchos factores van más allá de nuestro control o no. En sus palabras, teniendo en cuenta que Epicteto era un esclavo, sostiene, como enseñanza, "que la verdadera libertad proviene de la capacidad de manejar reacciones y pensamientos", que, según él, no son eventos externos los que nos perturban, sino nuestras interpretaciones de ellos. "Serás auténticamente libre y eficaz, pues darás buen uso a tus esfuerzos en lugar de malgastarlos, criticando u oponiéndote a los demás" Epicteto señala con esto: Que no nos daña nada, que no provenga de nosotros mismo, y que a la vez, nos afecta la interpretación de las cosas, que malgastamos terriblemente el tiempo cuando queremos interpretar lo que hacen o dicen los demás. No obstante, por el simple hecho de que, nuestras propias acciones y actitudes, cultivamos la virtud como el bien supremo y único, sin llegar a cabo que puede que nuestra felicidad se pueda llegar afectada por el exterior. ¿Será la felicidad las riendas a la libertad, o tan solo una prisión al conformismo? Y aunque no lo creas, es una pregunta compleja, según el momento, la situación y el contexto en que esta pregunta se mueva.
Es por eso, que algunas veces deprimimos nuestra propia felicidad, para darle paso a la Esperanza, y sí, puede que la esperanza sea una herramienta fuerte para ser humano, pero algunas veces la esperanza se pierde por con tal de alcanzar la paz interior, o con el conformismo. Estamos claro que la felicidad se encuentra en vivir de acuerdo a la razón, naturalizar y en aprender a diferenciar entre lo que depende de nosotros y lo que no. Algunas veces ni tenemos el control de nuestra felicidad y esta se tiñe de un color opacado con tal de aspirar que un Dios nos resuelva todo y, bajo ninguna instancia, estar a merced de un Dios que nos indique lo que es bueno o mal, cuando este mismo nos ha dado el pilar fundamental en nuestra vida: el autodominio. Por eso, armonizar tus deseos con la vida tal como es y tratar de evitar solamente las cosas que te impedirán ejercer su voluntad correctamente, al final es muestra que tu felicidad tan solo es una prisión que tú mismo creaste. Tu felicidad no debe ser opacada ni por ti mismo, ni por factores exteriores, no existe Dios, ni gobierno, ni movimiento, ni siquiera tú mismo, que pueda opacar tu felicidad de esa manera. Porque a la vez que cualquier sistema o acción influya en tu felicidad, deja de tener sentido la pregunta ¿Quiénes somos?
Entonces es cuando te pregunto: ¿Puede ser tu felicidad, la libertad y a la vez tu prisión?