Soy simplemente una mujer, que indistintamente ejerce la abogacía y escribe cada vez que algo la inspira. Mi musa atenta a todo lo que acontece a mi alrededor me ayuda a jugar con las palabras logrando lo que aquí les muestro. La poesia es una de mis razones en esta existencia, pues en todo hay vestigios de ella; sea en los días más soleados o en aquellos más oscuros.
Soy una mujer que ama intensamente, sufro en carne propia y poro a poro cualquier injusticia que perciba; sueño constantemente y viajo cada segundo por mi mundo irreal porque es perfecto, pero con los pies en esta tierra llena de imperfecciones. Vivo para mi madre y mis hijos, Raúl Ernesto y Dianik, dos pequeños que trato de formar cada día sobre la base del respeto, la seguridad en sí mismos, la dedicación y empeño por lo que hacen y quieren, impregnándole en la sangre el amor eterno a la familia y la entrega permanente a aquellos que se han demostrado amigos.
Disfruto de la música, excepto de esas cuyas letras no aportan nada al intelecto.
Soy una mujer con muchas aspiraciones, como toda persona en su sano juicio, la más importante, ser plenamente feliz, envejecer al lado de alguien que no tema a mis arrugas y que se conforme con los recuerdos de los buenos momentos vividos, que aún con dolores en los huesos, se sienta capaz de tomarme de la mano y regalarme aquel beso de juventud, aspiro a que mis hijos sean personas de bien, honestas, nobles, afables, entregadas a la labor que escojan para sus vidas; aspiro a tener un jardín con rosas blancas en el que pueda disfrutar de un atardecer junto a mis hijos, mis padres y el hombre que amo. Aspiro a que mi madre sea eterna, no porque no desaparezca de esta dimensión, sino porque quiero tener la dicha de que en todas mis vidas (si es que volvemos a ser, después de morir)siga siendo mi mamá.