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Resulta extenuante detenerse apenas unos segundos en la amalgama de normativas y legislaciones que en Cuba intentan regular ese flagelo considerado como enemigo público que es el ruido. A pesar de los innumerables intentos por combatirlo, este fenómeno creciente nos acompaña durante la mayor parte del día. Aun en las noches, extiende sus decibeles desde un potente bafle, de esos que tanto abundan en nuestros barrios, convirtiéndonos en rehenes de melómanos entusiastas.“La música es la más bella forma de lo bello”, sentenció el Maestro José Martí; pero bien puede transformarse en un punzante instrumento que taladra los sentidos, sobre todo en la quietud de los horarios menos adecuados, donde el ruido viaja sin resistencia hasta los tímpanos.La contaminación sonora que padecemos a toda hora y en todo lugar se ha convertido en esa indisciplina social que nos agrede continuamente, y que pocos enfrentan.¿Qué crees tú acerca de estas personas que ponen música a alto volúmenes que en vez de ser agradable se convierten es moletos ruidos para la comunidad, la familia y la sociedad?