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Gigangel

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Amanece.
Medio dormido aún me levanto y me preparo para la rutina diaria. Me lavo la cara y la boca utilizando mi sempiterno tubo de pasta Colgate que costó 700$. Utilizo solo un poquitín de pasta a mitad de cepillo. Hay que ahorrar que ayer subí a la calzada y ya el mismo tubo estaba a 1000$. En fin, para los pocos dientes que tengo no hace falta mucha pasta (ni siquiera para masticar un bistec de carne de res inexistente).

Me preparo para salir a buscar la "jama" de la semana. Hoy es sábado y mientras más temprano salga, mejor, así evito las colas de siempre y que "vuele" lo que quiero comprar. Lógicamente, salgo sin planear que voy a comprar, nada más lo que voy a encontrar. Esto es Cuba, paisano, sabes cómo es la cosa.

En fin, me dispongo a desayunar. Queda un pan de ayer que tuve que guardar en el frío para que se conservara. Por suerte no estaba hecho con harina de boniato o harina vieja. A estas alturas debe haber una gran fauna intestinal de toda la comida que uno se baja diariamente, pero no hay remedio. Hasta los bichos son alimento.

Pues agarro mi pan y miro que echarle buscando dentro del Frigidaire. Salvo los pomos de agua fría, que me devuelven la mirada y 2 perritos que guardo para otra ocasión, no hay más nada. La pasta de tomate se siente segura en su lata y el poco de aceite y la cabeza de ajo ni se inmutan. Es que ni azúcar. Lo clásico: Bajar a empujones el pan y unos buches de refresco de paquete, no muy puro sino el estómago se vuelve Chernobyl y no hay manera de purgar después ese Uranio empobrecido.

De camino a la calzada, debo esquivar la montaña de basura de la esquina. Incluso debo correrme un poco más para que no me salpiquen los buzos que registran desesperados entre los desperdicios algo que les sirva, tanto para comer, como para vender en la calzada como si fuera ropa reciclada o artículos con defectos. No pocos le compran.

En la calzada debes caminar entre personas que caminan agitadas buscando de todo, gente que pasa por tu lado hablando sola mientras tú piensas que tienen un airpod en un oído, gente que ha convertido los portales y hasta la sala de su casa en "ventas de Garage" ofertando al caminante ropas, calzado, bisuterías, ferretería, etc. Negocios particulares dónde venden comestibles y "bebestibles". Algunas Mipymes saturadas de productos y con ausencia de compradores en masa, quizás asustados mirando los precios. El hedor de orines y heces fecales golpea tu nariz mientras caminas entre casas y portales, reparadas algunas y otras que se caen a pedazos sin importar los troncos que apuntalan y sostienen sus cimientos. Algunos viejos que venden lo que pueden, ya que el retiro no les alcanza para sobrevivir una quincena. Otros que se metieron a trabajar una vez más, no se con que fuerza, pero la necesidad es urgente y el hambre aprieta. Y también están los que nunca trabajaron que andan con una lata pidiendo limosnas o durmiendo en algún portal por ahí.

En los portales hay gente sentada vendiendo también lo que pueden. Casi todos tienen lo mismo. La diferencia es el precio. Hasta pastillas que no hay en la farmacia te venden.

En el agro todas las tarimas tienen los mismo productos. En el cárnico hay una cola bien sabrosa. Hay muslos de pollo, picadillo de pollo, salchichas de pollo, huevos de pollo y el que despacha, que no es un pollo, pero si un pescuezi-pelado, lanza sus productos sin piedad entre un vendaval de moscas y un aroma no muy agradable, mientras manosea un grueso fajo de billetes. Lo normal.

Por todos lados hay colas, gente que trata de colarse para comprar y gente encabronada y atenta para que no se cuelen. Los "cagüentumadre", "mecagüentodo" y "estoestadepiña" se escuchan entre los que hacen cola y para amortiguar la espera se ponen a conversar entre ellos sin conocerse. Algunos hasta llegan a burlarse de toda esta marejada de necesidades y problemas. La idiosincrasia del cubano. Gracias a eso aún subsistimos.

Saliendo del agro, luego de comprar un mazo de cebollinos metí la pata en un bache que había en la acera. En la calle hay otro y otro más adelante. Lo bueno es que son baches bien cuidados o desatendidos ya que siempre han estado ahí, pero como nadie se ha fracturado una canilla o no se ha roto la boca o el cráneo en una caída pues forma parte de la identidad y cultura del lugar.

A estas alturas se suda copiosamente. ¿De dónde rayos sale tanto sudor si ya uno ni come con grasa ni nada por el estilo? Que va! Me voy a sentar un rato en el parque de la Wifi, dónde ya parece que ni wi-fi hay, pero si borrachos que duermen la mona, brujerías que hay tiradas al pie de una ceiba o una palma y gente que pasa cargados de escobas, jarros de aluminio, pozuelos, entre otras cosas pregonando sus mercancías. Parecen pulpos esa gente.

Estoy cansado. Y ya veo que se está nublando. Mejor recojo y me voy que después viene el catarro. Y no puedo faltar porque hay que trabajar, ahora sí hay que hacerlo por necesidad sino no me pagan y hay cosas que comprar para vivir al menos un tiempo.

Nota: Al final se me fue un dineral en tres mierdas que compré.
 
Amanece.
Medio dormido aún me levanto y me preparo para la rutina diaria. Me lavo la cara y la boca utilizando mi sempiterno tubo de pasta Colgate que costó 700$. Utilizo solo un poquitín de pasta a mitad de cepillo. Hay que ahorrar que ayer subí a la calzada y ya el mismo tubo estaba a 1000$. En fin, para los pocos dientes que tengo no hace falta mucha pasta (ni siquiera para masticar un bistec de carne de res inexistente).

Me preparo para salir a buscar la "jama" de la semana. Hoy es sábado y mientras más temprano salga, mejor, así evito las colas de siempre y que "vuele" lo que quiero comprar. Lógicamente, salgo sin planear que voy a comprar, nada más lo que voy a encontrar. Esto es Cuba, paisano, sabes cómo es la cosa.

En fin, me dispongo a desayunar. Queda un pan de ayer que tuve que guardar en el frío para que se conservara. Por suerte no estaba hecho con harina de boniato o harina vieja. A estas alturas debe haber una gran fauna intestinal de toda la comida que uno se baja diariamente, pero no hay remedio. Hasta los bichos son alimento.

Pues agarro mi pan y miro que echarle buscando dentro del Frigidaire. Salvo los pomos de agua fría, que me devuelven la mirada y 2 perritos que guardo para otra ocasión, no hay más nada. La pasta de tomate se siente segura en su lata y el poco de aceite y la cabeza de ajo ni se inmutan. Es que ni azúcar. Lo clásico: Bajar a empujones el pan y unos buches de refresco de paquete, no muy puro sino el estómago se vuelve Chernobyl y no hay manera de purgar después ese Uranio empobrecido.

De camino a la calzada, debo esquivar la montaña de basura de la esquina. Incluso debo correrme un poco más para que no me salpiquen los buzos que registran desesperados entre los desperdicios algo que les sirva, tanto para comer, como para vender en la calzada como si fuera ropa reciclada o artículos con defectos. No pocos le compran.

En la calzada debes caminar entre personas que caminan agitadas buscando de todo, gente que pasa por tu lado hablando sola mientras tú piensas que tienen un airpod en un oído, gente que ha convertido los portales y hasta la sala de su casa en "ventas de Garage" ofertando al caminante ropas, calzado, bisuterías, ferretería, etc. Negocios particulares dónde venden comestibles y "bebestibles". Algunas Mipymes saturadas de productos y con ausencia de compradores en masa, quizás asustados mirando los precios. El hedor de orines y heces fecales golpea tu nariz mientras caminas entre casas y portales, reparadas algunas y otras que se caen a pedazos sin importar los troncos que apuntalan y sostienen sus cimientos. Algunos viejos que venden lo que pueden, ya que el retiro no les alcanza para sobrevivir una quincena. Otros que se metieron a trabajar una vez más, no se con que fuerza, pero la necesidad es urgente y el hambre aprieta. Y también están los que nunca trabajaron que andan con una lata pidiendo limosnas o durmiendo en algún portal por ahí.

En los portales hay gente sentada vendiendo también lo que pueden. Casi todos tienen lo mismo. La diferencia es el precio. Hasta pastillas que no hay en la farmacia te venden.

En el agro todas las tarimas tienen los mismo productos. En el cárnico hay una cola bien sabrosa. Hay muslos de pollo, picadillo de pollo, salchichas de pollo, huevos de pollo y el que despacha, que no es un pollo, pero si un pescuezi-pelado, lanza sus productos sin piedad entre un vendaval de moscas y un aroma no muy agradable, mientras manosea un grueso fajo de billetes. Lo normal.

Por todos lados hay colas, gente que trata de colarse para comprar y gente encabronada y atenta para que no se cuelen. Los "cagüentumadre", "mecagüentodo" y "estoestadepiña" se escuchan entre los que hacen cola y para amortiguar la espera se ponen a conversar entre ellos sin conocerse. Algunos hasta llegan a burlarse de toda esta marejada de necesidades y problemas. La idiosincrasia del cubano. Gracias a eso aún subsistimos.

Saliendo del agro, luego de comprar un mazo de cebollinos metí la pata en un bache que había en la acera. En la calle hay otro y otro más adelante. Lo bueno es que son baches bien cuidados o desatendidos ya que siempre han estado ahí, pero como nadie se ha fracturado una canilla o no se ha roto la boca o el cráneo en una caída pues forma parte de la identidad y cultura del lugar.

A estas alturas se suda copiosamente. ¿De dónde rayos sale tanto sudor si ya uno ni come con grasa ni nada por el estilo? Que va! Me voy a sentar un rato en el parque de la Wifi, dónde ya parece que ni wi-fi hay, pero si borrachos que duermen la mona, brujerías que hay tiradas al pie de una ceiba o una palma y gente que pasa cargados de escobas, jarros de aluminio, pozuelos, entre otras cosas pregonando sus mercancías. Parecen pulpos esa gente.

Estoy cansado. Y ya veo que se está nublando. Mejor recojo y me voy que después viene el catarro. Y no puedo faltar porque hay que trabajar, ahora sí hay que hacerlo por necesidad sino no me pagan y hay cosas que comprar para vivir al menos un tiempo.

Nota: Al final se me fue un dineral en tres mierdas que compré.
La triste historia del cubano
 
Amanece.
Medio dormido aún me levanto y me preparo para la rutina diaria. Me lavo la cara y la boca utilizando mi sempiterno tubo de pasta Colgate que costó 700$. Utilizo solo un poquitín de pasta a mitad de cepillo. Hay que ahorrar que ayer subí a la calzada y ya el mismo tubo estaba a 1000$. En fin, para los pocos dientes que tengo no hace falta mucha pasta (ni siquiera para masticar un bistec de carne de res inexistente).

Me preparo para salir a buscar la "jama" de la semana. Hoy es sábado y mientras más temprano salga, mejor, así evito las colas de siempre y que "vuele" lo que quiero comprar. Lógicamente, salgo sin planear que voy a comprar, nada más lo que voy a encontrar. Esto es Cuba, paisano, sabes cómo es la cosa.

En fin, me dispongo a desayunar. Queda un pan de ayer que tuve que guardar en el frío para que se conservara. Por suerte no estaba hecho con harina de boniato o harina vieja. A estas alturas debe haber una gran fauna intestinal de toda la comida que uno se baja diariamente, pero no hay remedio. Hasta los bichos son alimento.

Pues agarro mi pan y miro que echarle buscando dentro del Frigidaire. Salvo los pomos de agua fría, que me devuelven la mirada y 2 perritos que guardo para otra ocasión, no hay más nada. La pasta de tomate se siente segura en su lata y el poco de aceite y la cabeza de ajo ni se inmutan. Es que ni azúcar. Lo clásico: Bajar a empujones el pan y unos buches de refresco de paquete, no muy puro sino el estómago se vuelve Chernobyl y no hay manera de purgar después ese Uranio empobrecido.

De camino a la calzada, debo esquivar la montaña de basura de la esquina. Incluso debo correrme un poco más para que no me salpiquen los buzos que registran desesperados entre los desperdicios algo que les sirva, tanto para comer, como para vender en la calzada como si fuera ropa reciclada o artículos con defectos. No pocos le compran.

En la calzada debes caminar entre personas que caminan agitadas buscando de todo, gente que pasa por tu lado hablando sola mientras tú piensas que tienen un airpod en un oído, gente que ha convertido los portales y hasta la sala de su casa en "ventas de Garage" ofertando al caminante ropas, calzado, bisuterías, ferretería, etc. Negocios particulares dónde venden comestibles y "bebestibles". Algunas Mipymes saturadas de productos y con ausencia de compradores en masa, quizás asustados mirando los precios. El hedor de orines y heces fecales golpea tu nariz mientras caminas entre casas y portales, reparadas algunas y otras que se caen a pedazos sin importar los troncos que apuntalan y sostienen sus cimientos. Algunos viejos que venden lo que pueden, ya que el retiro no les alcanza para sobrevivir una quincena. Otros que se metieron a trabajar una vez más, no se con que fuerza, pero la necesidad es urgente y el hambre aprieta. Y también están los que nunca trabajaron que andan con una lata pidiendo limosnas o durmiendo en algún portal por ahí.

En los portales hay gente sentada vendiendo también lo que pueden. Casi todos tienen lo mismo. La diferencia es el precio. Hasta pastillas que no hay en la farmacia te venden.

En el agro todas las tarimas tienen los mismo productos. En el cárnico hay una cola bien sabrosa. Hay muslos de pollo, picadillo de pollo, salchichas de pollo, huevos de pollo y el que despacha, que no es un pollo, pero si un pescuezi-pelado, lanza sus productos sin piedad entre un vendaval de moscas y un aroma no muy agradable, mientras manosea un grueso fajo de billetes. Lo normal.

Por todos lados hay colas, gente que trata de colarse para comprar y gente encabronada y atenta para que no se cuelen. Los "cagüentumadre", "mecagüentodo" y "estoestadepiña" se escuchan entre los que hacen cola y para amortiguar la espera se ponen a conversar entre ellos sin conocerse. Algunos hasta llegan a burlarse de toda esta marejada de necesidades y problemas. La idiosincrasia del cubano. Gracias a eso aún subsistimos.

Saliendo del agro, luego de comprar un mazo de cebollinos metí la pata en un bache que había en la acera. En la calle hay otro y otro más adelante. Lo bueno es que son baches bien cuidados o desatendidos ya que siempre han estado ahí, pero como nadie se ha fracturado una canilla o no se ha roto la boca o el cráneo en una caída pues forma parte de la identidad y cultura del lugar.

A estas alturas se suda copiosamente. ¿De dónde rayos sale tanto sudor si ya uno ni come con grasa ni nada por el estilo? Que va! Me voy a sentar un rato en el parque de la Wifi, dónde ya parece que ni wi-fi hay, pero si borrachos que duermen la mona, brujerías que hay tiradas al pie de una ceiba o una palma y gente que pasa cargados de escobas, jarros de aluminio, pozuelos, entre otras cosas pregonando sus mercancías. Parecen pulpos esa gente.

Estoy cansado. Y ya veo que se está nublando. Mejor recojo y me voy que después viene el catarro. Y no puedo faltar porque hay que trabajar, ahora sí hay que hacerlo por necesidad sino no me pagan y hay cosas que comprar para vivir al menos un tiempo.

Nota: Al final se me fue un dineral en tres mierdas que compré.
Mejor imposible, nuestro día a día
 
Está reseña o visión particular era más larga, pero para no hacerla tan tediosa, la dividí en varias partes. Hay muchas cosas que reseñar... Y desahogarse de alguna manera.
 
Tú sabes lo que pasa, con todo esa inflación, que aparte de que la culpa lo tiene mayormente el estado, nosotros mismo nos metemos el puñal. Además de que, el mercado de este país, ni existe, más que roto está, eso lo debemos saber todo, y esa falta de primera necesidad, tanto como, de alimento, aseo y demás, están entrando por las cooperativas. A ti te costó 700 pesos, muy caro, yo hace poco compré una en 400, y sentí como si me clavase un puñal en la billetera. Y así, quien que trabajen para el estado, mira, más nunca, hasta le regale como recuerdo de mi existencia, mi expediente laboral.
 
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