Rulys
Nivel 2
- 98
- 195
Nueva versión (esta vez germana) de la célebre novela antibelicista publicada en 1929 por Erich Maria Remarque. Es la representante alemana al Oscar a la Mejor Película Internacional.
Primero la filmó Lewis Milestone en 1930. Luego la volvió a rodar Delbert Mann en 1979. Ahora, esta flamante transposición de la novela de Erich Maria Remarque llega a Netflix luego de haber recorrido festivales como los de Toronto y Zurich con dirección del alemán Edward Berger
Los primeros minutos son notables: estamos en plena Primavera de 1917 y ya han transcurrido más de tres años de la Primera Guerra Mundial. Se produce entre las trincheras una de las tantas masacres (se calcula que en total murieron en el conflicto tres millones de soldados y las víctimas alcanzaron los 18 millones) y a los cadáveres alemanes que se apilan de a montones se les sacan los uniformes llenos de sangre y balas. Los mismos son metidos en bolsas, enviados en tren, lavados en grandes piletones, remendados por virtuosas costureras y, una vez concluido el largo proceso de reciclaje, entregados a los nuevos conscriptos.
Las escenas bélicas de masas en las trincheras están muy bien filmadas con bastantes planos secuencia (igual nada que no se haya visto en 1917, de Sam Mendes; Rescatando al soldado Ryan, de Steven Spielberg; Nacido para matar, de Stanley Kubrick; La delgada línea roja, de Terrence Malick; o en el documental They Shall Not Grow Old, de Peter Jackson), pero toda la subtrama política (la acción luego salta 18 meses y se ubica durante los últimos días del enfrentamiento con las tropas alemanas ya diezmadas), que incluye las negociaciones para el armisticio con los franceses, es bastante esquemática (también resulta un poco forzado el uso permanente de unos acordes de música electrónica).
Nunca está demás regresar a los clásicos (de la literatura y del cine, en este caso) a la hora de reforzar el mensaje antibelicista aprovechando además los espectaculares recursos con que cuentan las películas contemporáneas y, en ese sentido, esta Sin novedad en el frente modelo 2022 cumple con su objetivo de “épica con mensaje”, pero al mismo tiempo hay algo de reiterativo y remanido en la apuesta. La decisión de volver a aquellos campos de batalla dependerá, entonces, del mayor o menor interés que el espectador tenga de antemano por el cine bélico.
Primero la filmó Lewis Milestone en 1930. Luego la volvió a rodar Delbert Mann en 1979. Ahora, esta flamante transposición de la novela de Erich Maria Remarque llega a Netflix luego de haber recorrido festivales como los de Toronto y Zurich con dirección del alemán Edward Berger
Los primeros minutos son notables: estamos en plena Primavera de 1917 y ya han transcurrido más de tres años de la Primera Guerra Mundial. Se produce entre las trincheras una de las tantas masacres (se calcula que en total murieron en el conflicto tres millones de soldados y las víctimas alcanzaron los 18 millones) y a los cadáveres alemanes que se apilan de a montones se les sacan los uniformes llenos de sangre y balas. Los mismos son metidos en bolsas, enviados en tren, lavados en grandes piletones, remendados por virtuosas costureras y, una vez concluido el largo proceso de reciclaje, entregados a los nuevos conscriptos.
Las escenas bélicas de masas en las trincheras están muy bien filmadas con bastantes planos secuencia (igual nada que no se haya visto en 1917, de Sam Mendes; Rescatando al soldado Ryan, de Steven Spielberg; Nacido para matar, de Stanley Kubrick; La delgada línea roja, de Terrence Malick; o en el documental They Shall Not Grow Old, de Peter Jackson), pero toda la subtrama política (la acción luego salta 18 meses y se ubica durante los últimos días del enfrentamiento con las tropas alemanas ya diezmadas), que incluye las negociaciones para el armisticio con los franceses, es bastante esquemática (también resulta un poco forzado el uso permanente de unos acordes de música electrónica).
Nunca está demás regresar a los clásicos (de la literatura y del cine, en este caso) a la hora de reforzar el mensaje antibelicista aprovechando además los espectaculares recursos con que cuentan las películas contemporáneas y, en ese sentido, esta Sin novedad en el frente modelo 2022 cumple con su objetivo de “épica con mensaje”, pero al mismo tiempo hay algo de reiterativo y remanido en la apuesta. La decisión de volver a aquellos campos de batalla dependerá, entonces, del mayor o menor interés que el espectador tenga de antemano por el cine bélico.