Dry Lavender
Nivel 3
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O el meteorito tuvo mucha puntería o el humano mala suerte. El 30 de noviembre de 1954 es la fecha en la que está registrado el único impacto de meteorito sobre una persona. Aquel día, una piedra extraterrestre y malintencionada de casi cuatro kilos de peso cayó sobre una casa de Alabama, en Estados Unidos, atravesó el tejado, destrozó una radio y de rebote hirió a la señora Hodges. Abraracúrcix, el jefe de la aldea donde vive Astérix, sólo le teme a una cosa: que el cielo le caiga sobre la cabeza, pero, como él dice, eso no va a ocurrir mañana. Pues se equivoca, porque, de hecho, ocurre a diario.
Geólogos y astrónomos calculan que diariamente caen sobre la Tierra 150 toneladas de materia procedente del espacio; lo que pasa es que la inmensa mayoría son proyectiles más pequeños que un grano de arena y no nos enteramos. Otros de mayor tamaño impactan, sobre todo, en océanos y en zonas despobladas, y de los poquísimos que caen en zonas habitadas, la mayoría lo hace sobre casas y coches. Aunque algún animal sí se ha visto dañado. En 1911, un meteorito mató a un perro en Egipto.
Para todos aquellos que disfrutan con la visión de una estrella fugaz y que se apresuran a pedir un deseo, sólo un consejo. Que el deseo sea que no les caiga en la cabeza, porque esa estrella fugaz no es tal, es un cuerpo sólido rocoso o metálico que al entrar en la atmósfera, literalmente, arde y, casi siempre, se desintegra. Cuando no se descompone por completo y logra impactar en la superficie de la Tierra es cuando al pedrusco se le da el nombre de meteorito.
La última caída sonada de un meteorito se registró en Perú en 2006. Tenía el tamaño de una pelota de baloncesto y no dio a nadie, porque cayó en una zona despoblada de Carancas. El cráter que dejó la piedra midió 13 metros de diámetro. Afortunadamente, los científicos aciertan bastante, y sus cálculos dicen que la probabilidad de que un meteorito impacte contra un ser humano es de una vez cada ciento ochenta años. Como a la señora Hodges le arreó uno aquel 30 de noviembre de 1954, ya no caerá otro hasta el año 2134. A nosotros, seguro que no nos da.
Geólogos y astrónomos calculan que diariamente caen sobre la Tierra 150 toneladas de materia procedente del espacio; lo que pasa es que la inmensa mayoría son proyectiles más pequeños que un grano de arena y no nos enteramos. Otros de mayor tamaño impactan, sobre todo, en océanos y en zonas despobladas, y de los poquísimos que caen en zonas habitadas, la mayoría lo hace sobre casas y coches. Aunque algún animal sí se ha visto dañado. En 1911, un meteorito mató a un perro en Egipto.
Para todos aquellos que disfrutan con la visión de una estrella fugaz y que se apresuran a pedir un deseo, sólo un consejo. Que el deseo sea que no les caiga en la cabeza, porque esa estrella fugaz no es tal, es un cuerpo sólido rocoso o metálico que al entrar en la atmósfera, literalmente, arde y, casi siempre, se desintegra. Cuando no se descompone por completo y logra impactar en la superficie de la Tierra es cuando al pedrusco se le da el nombre de meteorito.
La última caída sonada de un meteorito se registró en Perú en 2006. Tenía el tamaño de una pelota de baloncesto y no dio a nadie, porque cayó en una zona despoblada de Carancas. El cráter que dejó la piedra midió 13 metros de diámetro. Afortunadamente, los científicos aciertan bastante, y sus cálculos dicen que la probabilidad de que un meteorito impacte contra un ser humano es de una vez cada ciento ochenta años. Como a la señora Hodges le arreó uno aquel 30 de noviembre de 1954, ya no caerá otro hasta el año 2134. A nosotros, seguro que no nos da.