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Durante un experimento de investigación, un biólogo marino colocó un tiburón en un gran tanque de retención y luego lanzó varios peces pequeños adentro.
Como era de esperarse, el tiburón nadó rápidamente alrededor del tanque, atacó y se comió a los peces.
El biólogo luego insertó una pieza fuerte de fibra de vidrio transparente en el tanque, creando dos particiones separadas. Puso el tiburón a un lado y un nuevo grupo de peces en el otro.
El tiburón atacó rápidamente. Esta vez, sin embargo, se estrelló contra el divisor y rebotó. Sin inmutarse siguió repitiendo este comportamiento en vano. Mientras tanto, los peces nadaban ilesos en la segunda partición. Finalmente, aproximadamente una hora después del experimento, el tiburón se rindió.
Este experimento se repitió varias docenas de veces durante las siguientes semanas. Cada vez, el tiburón se volvió menos agresivo e intentó menos atacar a los peces, hasta que finalmente se cansó de golpear el divisor y simplemente dejó de atacar por completo.
El biólogo luego retiró el divisor, pero el tiburón no atacó. Fue entrenado para creer que existía una barrera entre él y los otros peces, por lo que ahora nadaban donde quisieran, libres de daño.
Al igual que el tiburón del relato, muchas veces nosotros nos rendimos después de haber fracasado más de una vez. Quizás en las metas que te has propuesto, en los estudios, en tu trabajo, en tus negocios, incluso en la vida
 
Durante un experimento de investigación, un biólogo marino colocó un tiburón en un gran tanque de retención y luego lanzó varios peces pequeños adentro.
Como era de esperarse, el tiburón nadó rápidamente alrededor del tanque, atacó y se comió a los peces.
El biólogo luego insertó una pieza fuerte de fibra de vidrio transparente en el tanque, creando dos particiones separadas. Puso el tiburón a un lado y un nuevo grupo de peces en el otro.
El tiburón atacó rápidamente. Esta vez, sin embargo, se estrelló contra el divisor y rebotó. Sin inmutarse siguió repitiendo este comportamiento en vano. Mientras tanto, los peces nadaban ilesos en la segunda partición. Finalmente, aproximadamente una hora después del experimento, el tiburón se rindió.
Este experimento se repitió varias docenas de veces durante las siguientes semanas. Cada vez, el tiburón se volvió menos agresivo e intentó menos atacar a los peces, hasta que finalmente se cansó de golpear el divisor y simplemente dejó de atacar por completo.
El biólogo luego retiró el divisor, pero el tiburón no atacó. Fue entrenado para creer que existía una barrera entre él y los otros peces, por lo que ahora nadaban donde quisieran, libres de daño.
Al igual que el tiburón del relato, muchas veces nosotros nos rendimos después de haber fracasado más de una vez. Quizás en las metas que te has propuesto, en los estudios, en tu trabajo, en tus negocios, incluso en la vida
Muy Bueno tu tema y tienes completamente toda la Razón. Muchos nos rendimos sin saber cuan cerca estamos de Lograr el Objetivo. Con la vida he aprendido de que rendirse es el peor error que podemos cometer. Debemos insistir hasta el cansancio
 
Tienes razón en lo que planteas, yo he visto unos cuantos tiburones rebotar en ese cristal, y mira usted que nunca que se cansan, pero.... Todo en la vida hay un objetivo en el cual debemos luchar hasta el final con tal de llegarlo a cumplir, ya que seamos sincero no todo en la vida se puede tener, pero, si usted es emprAlfredor y buscas las alternativas para logras sus objetivos, sea como sea, para ganar o para perder, debemos aprender de cada tropiezo, sobre todo para ese tiburón o tiburones
 
En mi opinión en la vida tenemos que ser firme siempre para lo que sea no debemos rindir por ningún motivo ninguno ahi tenemos que estar lo último que se pierde es la vida.
 
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