DieÜbermensch
Nivel 3
- 192
- 360
A sus 20 años Hiroo Onoda se enlistó al ejército y luego de ser instruido como oficial de Inteligencia, en diciembre de 1944 fue enviado a la isla de Lubang, en las Filipinas, con orden de impedir la caída de ésta en manos del enemigo, sin rendirse o quitarse la vida.
Cuando los aliados llegaron a la isla, el teniente Onoda y otros tres soldados japoneses se escondieron en las colinas. En su tiempo en la selva varias veces recogieron panfletos donde se les informaba de la rendición japonesa y que la guerra había acabado, pero no les prestaban atención porque pensaban que eran propaganda enemiga.
Durante su estadía en la isla, se alimentaba principalmente de plátanos hervidos, cocos, del arroz que podían robar y de una que otra vaca que cazaban. Hacía sus propias sandalias y cuidaba mucho su ropa, de tal forma que cuando lo encontraron mantenía su gorra y su uniforme Mantuvo una muy buena salud y sólo se enfermó una vez en treinta años. No perdió ninguno de sus dientes ya siempre se los lavaba.
En 1972, Onoda se quedó solo, tras la muerte de sus compañeros en encuentros con la policia local o filipinos debido a que seguían con actividades de sabotaje creyendo que la guerra continuaba. En febrero de 1974, (mucho después de haber sido declarado muerto en 1959) Onoda se encontró con un joven japonés que lo estaba buscando. Luego de explicarle que la guerra había terminado hacía muchos años, Onoda no se rindió a pesar de esto y le dijo que solo lo haría ante su superior, por lo que el Gobierno de Japón tuvo que llevar al mayor Taniguchi a Lubang, el 9 de marzo de 1974, para lograr que por fin su rendición.
"Era un oficial y recibí una orden, si no la hubiera cumplido me habría avergonzado", explicó de su actitud Onoda en una entrevista. Esta experiencia nos muestra hasta qué punto llegó la determinación del soldado japonés.
¿Qué creen de esta historia y de la actitud de este solado?
Cuando los aliados llegaron a la isla, el teniente Onoda y otros tres soldados japoneses se escondieron en las colinas. En su tiempo en la selva varias veces recogieron panfletos donde se les informaba de la rendición japonesa y que la guerra había acabado, pero no les prestaban atención porque pensaban que eran propaganda enemiga.
Durante su estadía en la isla, se alimentaba principalmente de plátanos hervidos, cocos, del arroz que podían robar y de una que otra vaca que cazaban. Hacía sus propias sandalias y cuidaba mucho su ropa, de tal forma que cuando lo encontraron mantenía su gorra y su uniforme Mantuvo una muy buena salud y sólo se enfermó una vez en treinta años. No perdió ninguno de sus dientes ya siempre se los lavaba.
En 1972, Onoda se quedó solo, tras la muerte de sus compañeros en encuentros con la policia local o filipinos debido a que seguían con actividades de sabotaje creyendo que la guerra continuaba. En febrero de 1974, (mucho después de haber sido declarado muerto en 1959) Onoda se encontró con un joven japonés que lo estaba buscando. Luego de explicarle que la guerra había terminado hacía muchos años, Onoda no se rindió a pesar de esto y le dijo que solo lo haría ante su superior, por lo que el Gobierno de Japón tuvo que llevar al mayor Taniguchi a Lubang, el 9 de marzo de 1974, para lograr que por fin su rendición.
"Era un oficial y recibí una orden, si no la hubiera cumplido me habría avergonzado", explicó de su actitud Onoda en una entrevista. Esta experiencia nos muestra hasta qué punto llegó la determinación del soldado japonés.
¿Qué creen de esta historia y de la actitud de este solado?