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Hace mucho tiempo me preguntaba, ¿por qué el ser humano creo algo tan destructivo como el dinero? Y por mucho que quise darle una respuesta a mi pregunta, siempre obtenía la misma respuesta, ninguna. El ser humano creó dicho sistema de intercambio y acumulación, para así dar una facilidad a la vida en sociedad. No obstante, su influencia ha dejado que el comportamiento humano nos deje llevar a cuestionar si, en realidad, el dinero como catalizador transforma a las personas o, por lo contrario, revela quiénes somos en realidad.
Bajo esta perspectiva, la llegada de una fortuna puede alterar comportamientos, desdibujar principios e incluso, llevar a las personas actuar de maneras que jamás habrían considerado en su vida cotidiana. En este sentido, el dinero es visto como un poder corrupto y capaz de desgranar la moralidad y la ética, convirtiendo a individuo o los individuos amables en avariciosos, y a personas generosas en egoísta, convirtiendo al dinero, como un espejo distorsionador de reflejos, sacando lo peor de nosotros. En esta dualidad nos invita a reflexionar sobre "la naturaleza humana" ¿Somos, en esencia, seres altruistas que se ven corrompidos por el dinero, o somos seres egoístas cuya naturaleza se manifiesta más claramente en la presencia de riqueza? Y aunque la repuesta no puede llegar a ser de lo más precisa, el ser humano siempre se caracterizó por tener ese impuso de alumbrar sus ojos al oro, la comodidad, y riqueza incalculable. Y quizás, resida en un delicado equilibrio entre ambas posturas, como son, cambio o egoísmo, porque lo que el dinero revela en general, es como somos, en realidad, el que siempre ha sido egoísta y avaricioso, siempre va a querer más y no compartir, y el que ha sido benevolente y compartidor, siempre va a querer ayudar a los demás aunque este no pida nada a cambio.
El dinero si nos cambia como persona, como antes mencionado, el que siempre fue avaricioso, siempre va a querer que sus arcas crezcan, aunque en el camino cometa ilegalidades, aunque tenga que aplastar a otros por tar de mantener su egoísmo por encima del quién sea o lo que sea, y el que haya sido noble y compartidor, como antes no pudo ayudar a los demás por escasez de dinero, tratar dentro de lo que cabe, ayudar a los más necesitados, porque como antes no pudo, ahora que tiene poder adquisitivo, siente la necesidad de dejar su parte en esta sociedad, que aunque no lo veamos ahora, siempre ha sido constructo que los que más tienen dinero, más poder tienen sobre los demás, sintiéndose seguro con el poder que tiene el dinero en la actualidad. Al final, quizás sea en nuestra relación con el dinero donde se agudiza la búsqueda de nuestra autenticidad, un viaje hacia el autoconocimiento que nos invita a preguntarnos: ¿quiénes somos realmente cuando el velo de la necesidad y el deseo se despoja?
El dinero nos ofrece la oportunidad de examinar no solo nuestras prioridades y valores, sino también las estructuras que sostienen nuestras interacciones. ¿Quiénes somos en realidad? El dinero nos cambio, o tan solo revela quienes somos.
Bajo esta perspectiva, la llegada de una fortuna puede alterar comportamientos, desdibujar principios e incluso, llevar a las personas actuar de maneras que jamás habrían considerado en su vida cotidiana. En este sentido, el dinero es visto como un poder corrupto y capaz de desgranar la moralidad y la ética, convirtiendo a individuo o los individuos amables en avariciosos, y a personas generosas en egoísta, convirtiendo al dinero, como un espejo distorsionador de reflejos, sacando lo peor de nosotros. En esta dualidad nos invita a reflexionar sobre "la naturaleza humana" ¿Somos, en esencia, seres altruistas que se ven corrompidos por el dinero, o somos seres egoístas cuya naturaleza se manifiesta más claramente en la presencia de riqueza? Y aunque la repuesta no puede llegar a ser de lo más precisa, el ser humano siempre se caracterizó por tener ese impuso de alumbrar sus ojos al oro, la comodidad, y riqueza incalculable. Y quizás, resida en un delicado equilibrio entre ambas posturas, como son, cambio o egoísmo, porque lo que el dinero revela en general, es como somos, en realidad, el que siempre ha sido egoísta y avaricioso, siempre va a querer más y no compartir, y el que ha sido benevolente y compartidor, siempre va a querer ayudar a los demás aunque este no pida nada a cambio.
El dinero si nos cambia como persona, como antes mencionado, el que siempre fue avaricioso, siempre va a querer que sus arcas crezcan, aunque en el camino cometa ilegalidades, aunque tenga que aplastar a otros por tar de mantener su egoísmo por encima del quién sea o lo que sea, y el que haya sido noble y compartidor, como antes no pudo ayudar a los demás por escasez de dinero, tratar dentro de lo que cabe, ayudar a los más necesitados, porque como antes no pudo, ahora que tiene poder adquisitivo, siente la necesidad de dejar su parte en esta sociedad, que aunque no lo veamos ahora, siempre ha sido constructo que los que más tienen dinero, más poder tienen sobre los demás, sintiéndose seguro con el poder que tiene el dinero en la actualidad. Al final, quizás sea en nuestra relación con el dinero donde se agudiza la búsqueda de nuestra autenticidad, un viaje hacia el autoconocimiento que nos invita a preguntarnos: ¿quiénes somos realmente cuando el velo de la necesidad y el deseo se despoja?
El dinero nos ofrece la oportunidad de examinar no solo nuestras prioridades y valores, sino también las estructuras que sostienen nuestras interacciones. ¿Quiénes somos en realidad? El dinero nos cambio, o tan solo revela quienes somos.