Habìa una vez un soldado que luchò firmemente bajo el manto protector de la verdad. Era siempre fiel y dispuesto a la batalla. Pero en cada una de ellas terminaba sangrando y debilitado. Y nunca vio llegar a la verdad para premiarle. Al pasar el tiempo su cuerpo mermado cada vez se afligìa màs. La verdad seguìa sin ayudarle. Ya tirado, casi vencido y olvidado, el soldado no soportò màs su propio peso y cayò. Pero la verdad jamàs vino a servirle.
Al verle perdido, la mentira intentò darle cobijo si a ella se unìa y la defendìa con la misma lealtad que le habìa dado a la verdad. Pero el soldado casi moribundo se negò. Y le dijo a la mentira: -Estoy demasiado exhausto como para servirle a alguien. Ya no irè a ninguna guerra a no ser que la vida me necesite. Y tengo fè en que Dios enderezarà a la verdad y regresarà a pagar todo lo que por ella hice con los ojos cerrados, ahora que los he abierto.
Esta señores, es la historia de mi vida. Asì que ya saben, si no ofrecen verdad no se acerquen. Solo tendre amor para quièn me lo demuestre y amistad para quien pruebe ser mi amigo. Ya el soldado no puede màs. Es hora de que luchen por èl.