Soy una persona abierta a conversaciones interesantes, sin tabúes, sin prejuicios, sin vulgaridades. Una persona en espera de las grandes delicias de la vida, esas que vienen colmadas de unos cuantos sinsabores pero precisamente por eso te acarician el paladar, porque son de todo y de nada. Una persona que confía en las segundas oportunidades pero reconoce que amar es no tener que decir lo siento.
Alguien que ama los perros, que ve la vida en azul, que escucha a Amy, Arjona, Melendi, Richard Clayderman y Adele.
Una persona que ha aprendido que la testosterona disminuye en gran medida la materia gris.
Alguien que te espera a ti, para que te acerques hasta el humilde umbral de la amistad y me asegures que estarás alli hasta mi último aliento.
Pero cuidado, si me escribes y no te respondo, no te esfuerces que no me interesas. No me solicites amistad sin antes haber intercambiado conmigo como mínimo 850 caracteres, y repito, intercambiado, pues el solo hecho de que me escribas no quiere decir que te responda. No me gustan los telegramas y menos las preguntas estúpidas, la gente superficial ni los chicos insistentes. Es más, chicos, solos los que yo acepte como amigos y estarán muy bien contados.